Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1711
Legislatura: 1901-1902 (Cortes de 1901 a 1903)
Sesión: 20 de febrero de 1902
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones:124, 3601-3602
Tema: Propósitos del Gobierno respecto a la suspensión de sesiones de Cortes y respecto a la suspensión de garantías constitucionales en varias provincias

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Presidente del Consejo de Ministros tiene la palabra.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): El Sr. Romero Robledo me va a permitir que no le siga en el camino que ha emprendido esta tarde porque yo no creo oportuno ni prudente entrar en estos momentos en ciertos debates y en ciertas cuestiones.

Su señoría tiene una libertad de que yo carezco, que alguna más libertad da el banco del Diputado que la que se tiene en el banco azul. No critico lo que ha hecho S. S.; pero no lo quiero imitar.

Por lo demás, las preguntas que S. S. me ha dirigido las podía haber formulado muy brevemente y hubiera obtenido también una muy breve contestación.

Quería saber el Sr. Romero Robledo si el Gobierno estaba dispuesto a solucionar el problema pendiente en Barcelona, aparte de la cuestión de orden público? (El Sr. Romero Robledo: De eso no me he ocupado.) Creí que se había ocupado S. S. de eso. (El Sr. Romero Robledo: No; el Sr. Robert es el que se ha ocupado de eso.) Me pareció que empezaba S. S. por ese punto. Pues bien, yo le puedo decir a S. S. que el Gobierno se ocupa y se preocupa mucho de la resolución de ese problema, pero que mientras esté pendiente la cuestión de orden público, lo único que le preocupa es terminar la cuestión de orden público? (El Sr. Romero Robledo: Estoy en absoluto conforme con S. S. y a eso obedecen mis observaciones.) Me alegro mucho que estemos de acuerdo.

Otro punto? (El Sr. Romero Robledo: Pero yo pregunté si iban a vivir las Cortes, que con las Cortes se defienden mejor los Gobiernos. Ése era el objeto de mi pregunta.) Allá voy, por eso he dicho otro punto (Risas), e iba a seguir, de los que ha tratado también S. S., es el de si el Gobierno se ha ocupado ya en la suspensión de las sesiones de las Cortes. Y S. S. ha dirigido una verdadera catilinaria al Gobierno suponiendo que ha pensado en ello. Pero yo le puedo asegurar a S. S. que el Gobierno no ha pensado en semejante cosas (El Sr. Romero Robledo: Me alegro) y que la catilinaria que en ese supuesto ha dirigido al Gobierno y sobre todo, a mí era verdaderamente infundada? (El Sr. Romero Robledo: No, hombre, no.- Risas).

En cuanto a las comunicaciones, tengo también muy poco que contestar a S. S. El Gobierno ha querido que se diga toda la verdad, y por su parte la ha dicho, y es más, no sólo quiere el Gobierno decir toda la verdad, sino que quiere que la diga todo el que desee decirla. Ahora, el Sr. Romero Robledo comprenderá, que cuando se trata en circunstancias graves y peligrosas de dar noticias falsas, con ánimo de sembrar la alarma, ¡ah! es un deber del Gobierno el no permitirlo, y yo le digo a S. S. que la noticia de que ha habido 47 muertos y no sé cuántos heridos en una colisión, es falsa, (El Sr. Romero Robledo: Pues la mantengo) y que no ha debido permitirse que S. S. la recibiera porque yo le puedo asegurar a S. S. que no hay nada más inexacto que semejante noticia. ¿Cómo quiere S. S. que pasen noticias inexactas, ni por qué se queja S. S. de que eso suceda? Eso ha pasado siempre y eso pasará siempre; yo puedo asegurar a S. S. que, por mi parte y por parte del Gobierno, no hay inconveniente ninguno en que se den con la mayor libertad todas las noticias, absolutamente todas las noticias, de lo que ocurra en Barcelona y en otros puntos. (El Sr. Rusiñol: ¿Desde cuándo empezaremos a recibirlas? Porque hasta ahora no podemos recibir las exactas.) Todas las exactas han pasado ahora desde el primer momento. (El Sr. Rusiñol: No, será desde hoy.) Desde el primero momento. Dígame el Sr. Rusiñol, porque a mí me gusta aclarar estos puntos, qué noticia ha sido transmitida a S. S. que no haya recibido. (El Sr. Rusiñol: Algunos telegramas he puesto yo que no se han recibido porque no los han aceptado en [3601] Barcelona; por esa razón, que es la que ha motivado las preguntas del Sr. Robert, pregunto yo: ¿desde cuándo podrán circular todos los telegramas, puesto que hasta ahora no se permiten?) No tengo nada que decir, desde el momento en que hay suspensión de garantías constitucionales en Barcelona, de la conducta del capitán general en ese punto, porque la ley le autoriza para ello. ¡Pero si puede hacerlo hasta en circunstancias normales! Eso lo sabe mejor que nadie, o tan bien como el que más, el Sr. Romero Robledo. Pero yo quisiera que el Sr. Rusiñol concretara una noticia que le hayan mandado desde Barcelona y que haya detenido la censura porque entonces veríamos qué clase de noticias le habían remitido de Barcelona. De ser una noticia exacta, yo respondo de que S. S. la hubiera recibido.

Ha hablado después el Sr. Romero Robledo de la suspensión de garantías constitucionales. Yo declaro al Sr. Romero Robledo que es una medida que me cuesta mucho trabajo adoptarla, que se ha tomado ahora en vista de las circunstancias por que atraviesa Barcelona; pero si otros puntos llegaran a encontrarse en iguales circunstancias, con todo el dolor de mi corazón se aplicarían los mismos medios a esos puntos que a Barcelona. Lo que hay que hacer es considerar bien las circunstancias porque suspender sin necesidad las garantías constitucionales, alterar la normalidad legal del país, privar a los ciudadanos de los derechos y de las libertades consignados en la Constitución, es una cosa muy grave. (Muy bien, en la mayoría.- Rumores en las minorías.- El Sr. Groizard: Así se gobierna.- El Sr. Nocedal: Así gobernaron los conservadores.- El Sr. Romero Robledo: No riña la familia, que son los mismos.- El Sr. Nocedal: Yo no soy de la familia aunque esté aquí.)

Es una cosa muy grave que hay que considerar con mucha clama, que hay que examinar con gran serenidad, porque no hay nada peor para un gobernante que ofuscarse por la gravedad de los acontecimientos que pueda tener necesidad de reprimir. En ninguna ocasión se necesita más serenidad para que las medidas que se adopten no sean más bien producto de la arbitrariedad que de la razón y de la justicia. (Muy bien.)

El Gobierno ha de procurar esto. Los momentos son graves. No sé, ni en este instante quiero entrar en este debate, si la cuestión social está más o menos complicada con una cuestión política en Barcelona; no lo sé, y si lo sé, no lo quiero decir (Risas.) Lo que sí sé es que, aun no estando complicada con ninguna cuestión política, es una cuestión muy honda que hay que examinar muy despacio. Fuera de la política, ella sola basta, sin necesidad de mezclarla con ninguna otra cuestión, para absorber la atención y el cuidado de todos los hombres políticos. El problema está pendiente; es muy hondo y de muy difícil solución. Con la ayuda de todos, no llegaremos quizás a una solución satisfactoria, que esto es difícil; pero podemos llegar a una solución de mayor o menor concordia, y esto bastaría por el momento porque lo que importa es que los Gobiernos tengan tiempo para estudiar y resolver estas cuestiones? (Risas.) ¿Es que lo tienen resuelto los que se han reído? Porque en ese caso, no sólo les pido la solución, sino que se la piden todos los Gobiernos de Europa porque todavía no ha habido ninguno que la haya encontrado. Pueden decir los que se ríen que van por delante de todas las notabilidades y de todos los Gobiernos del mundo (Muy bien.) Son necesarios términos de concordia para poder estudiar muy detenidamente y resolver en justicia un problema pavoroso que nos amenaza ahora, que nos seguirá amenazando por mucho tiempo. Ya sé yo que el Sr. Romero Robledo, que es español antes que todo, que es patriota antes que todo, ha de ayudar a éste y a todo Gobierno en la solución de esos grandes problemas. (El Sr. Romero Robledo: Pero advirtiendo.) Todo lo que quiera S. S.; la advertencia está bien, y aun si la advertencia se hace como la ha hecho S. S., se agradece; pero se agradecería más haciéndola en otra forma, de otro modo y por otros medios. No tenía necesidad S. S. de advertir al Gobierno ciertos temores de S. S. en que quizá no hayan caído antes muchas gentes, y en que pueden caer ahora porque S. S. los ha expuesto; en que quizá no hayan caído muchas gentes que no vienen al Parlamento, pero que son las gentes que ahora nos preocupan en alto grado. Después de todo, si S. S. quiere hacer un favor al Gobierno, mejor se lo hace amistosa y particularmente que en debates públicos como éste; pero, en fin, de todas maneras; se agradece; y yo espero que lo he de agradecer más a S. S. porque tratándose de cuestiones que no tienen nada que ver con la política, S. S., que es tan patriota, ayudará a este Gobierno, como ayudará a cualquier otro, en la resolución de problemas tan graves y de tanta trascendencia como el que nos ocupa en este momento.



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